Querido futuro esposo.
Querido futuro esposo, una vez alguien me preguntó qué quería en un hombre. Les dije que no sabía. Mentí. Sabía exactamente lo que quería, pero la sociedad había hecho que pareciera que era un estándar demasiado alto o que estaba siendo exigente.
Pero aquí está la esencia, en realidad es bastante simple.
Quiero un hombre que conozca al Señor, que lo ame y tenga una relación genuina con él.
Quiero un hombre que ore conmigo y por mí.
Quiero un hombre que vea comedias románticas de Netflix conmigo, una tarrina de helado a nuestro lado, riendo y llorando hasta altas horas de la noche.
Quiero un hombre cuyo amor por Dios eclipse la cultura y la tradición.
Quiero un hombre que tenga gente a la que pueda responder, gente a la que respete, gente a la que admire.
Quiero un hombre que perdone, que no guarde cosas reprimidas para un supuesto día de juicio final.
Quiero un hombre con el que pueda hablar de absolutamente cualquier cosa.
Quiero un hombre cuya voz me haga consciente de todo de repente, que, cuando entre en la habitación, todo mi cuerpo lo sepa.
Quiero un hombre que me haga reír, tan fuerte y rebelde que las lágrimas comiencen a brotar de mis ojos.
Quiero un hombre que tenga confianza, pero no tanto que su confianza se convierta en orgullo.
Quiero un hombre que no tenga miedo de ser vulnerable, especialmente conmigo.
Quiero un hombre que me escuche y que realmente disfrute de mi compañía.
Quiero un hombre cuya sonrisa haga que las mariposas en mi vientre se pongan firmes.
Quiero un hombre que entienda mi rareza y la combine.
Quiero un hombre con el que pueda tener conversaciones largas y significativas y nunca cansarme.
Quiero un hombre del que pueda ser amigo porque a veces, todo lo que necesito es un amigo.
Ahora, a la persona que me preguntó qué quería en un hombre; aquí tienes.