
Pregúntele a la gente dónde estaban cuando cayeron las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001, y es una buena apuesta que lo recordarán sin dudarlo. Incluso pueden recordar detalles específicos sobre el día, como exactamente lo que estaban haciendo justo antes de ver las noticias sobre los ataques terroristas. Esta notable habilidad para conjurar incluso los detalles más pequeños que rodean un evento trágico o traumático está directamente relacionada con la intensidad del evento en sí. En otras palabras, cuanto más emocionalmente perturbadora es la experiencia para nosotros, más probable es que la guardemos en la memoria [fuente: Science Daily ]. Esto se debe a que la memoria y la emoción están indisolublemente unidas en el cerebro humano.
Pero mientras que las personas parecen recordar fácilmente los eventos trágicos y los detalles aparentemente insignificantes asociados con ellos, a muchos les resultaría difícil recordar las minucias de sus momentos felices. Por ejemplo, las madres a menudo tienen problemas para recordar los detalles del nacimiento de sus hijos, pero son asombrosamente precisas al contar la duración y la intensidad del proceso de parto. Plantea la pregunta: "¿Recordamos los malos tiempos mejor que los buenos?" Antes de responder, es útil saber un poco sobre el proceso de formación de la memoria y los factores que influyen en él.