
Sabes mejor que deambular por el cementerio de noche, pero aquí estás, paseando por un paisaje de granito erosionado y flores moribundas.
La luz de una luna creciente menguante evoca sombras extrañas, retorciendo obeliscos y estatuas en formas grotescas. Por algún truco lunar, parecen arrastrarse a tu lado, llevándote hacia algún punto central de la necrópolis. Te encuentras al pie de una tumba profanada.
Algo pálido pasa corriendo junto a una lápida. Un cacareo resuena entre los monumentos. Cuando apartas la mirada de los huesos roídos y los restos espantosos esparcidos alrededor de tus pies, te encuentras en la repugnante compañía de los necrófagos.
Si bien a menudo usamos la palabra como un cajón de sastre para los horrores de Halloween y las almas morbosas, el demonio necrófago es una criatura de mito y leyenda muy específica. No es ni un vampiro ni un zombi, sino una criatura algo intermedia. Desde sus antiguos orígenes en el folclore de Oriente Medio hasta las versiones modernas de la ficción de terror, los demonios han perseguido las sombras de la muerte humana durante milenios. Han festejado en las catacumbas. Se han engordado a raíz de los ejércitos conquistadores . Han cambiado de forma con magia arcana y han recorrido las colinas con sus viles túneles y guaridas.
En este artículo, estudiaremos la anatomía, la historia y la cultura del ghoul. Como la ciencia permanece mayormente muda sobre el tema, intentaremos entretejer nuestra comprensión a partir de leyendas y ficción.
Al final, comprenderás mejor a estas criaturas de la noche.